sábado, 16 de febrero de 2013

Nuestra historia

Se me vienen a la mente muchos recuerdos acerca de las concepciones que tenía sobre el amor. Desde la infancia y la romántica belleza del amor eterno, que supera miles de pruebas, de las princesas y los castillos, de los hechizos que se rompen con un beso del verdadero amor, de príncipes encantados que montan sus corceles casi flotando en el aire y rodeados de la gente que los vitorean y los reciben como héroes, imborrable huella de la tv, del Malvado Disney que causó estragos en la consciencia de miles de miles de niñas en el mundo; pasando por la adolescencia, ese período raro, lleno de contradicciones, de cambios, de metamorfosis interna y externa.
Período que odié mucho y del que no guardo los mejores recuerdos aunque siempre hay algo de cariño por aquellos años de mi vida en que me descubrí y forjé mi identidad.
Odié este período porque fue donde descubrí que el amor no era como lo pintaban en las películas, en las canciones, en la literatura ni en mi mentecilla alelada por la TV.
El amor comenzó a manifestarse de diversas formas en mi vida, pero siempre fue un amor no correspondido, esquivo, me hacía burlas, se mofaba de mi nula capacidad para hablar, para comunicarme con ellos.
Y casi al final de ese período se manifestó en todo su esplendor con un ser que me confundió y me envolvió en una humareda de desenfreno y de dulzura, era casi un pecado que no sabía si estaba dispuesta a cometer. 
Fue una gran equivocación en mi escaso prontuario, pero no me arrepiento ni de lo que hice ni de lo que no hice... todo cayó por su propio peso a la postre.
Ni los años ni la poca experiencia me habían hecho madurar en ese ámbito de mi personalidad y veía a mi alrededor la cursilería del mundo, los fetiches del amor, la comercialización del sentimiento más puro, y el desborde y decadencia de aquello que fue creado para hacer felices a los seres y no para su desdicha y profanación.
Pasó mucha gente a mi alrededor pero nadie lograba llenar ese vacío y mis esperanzas se agotaban cada vez más.
Los fantasmas de la adolescencia no me dejaban tranquila, los sueños eran recurrentes y ya no contaba con  ningun medio para desahogarme, y fue entonces que descubrí en la música, en mi amada Canela, mi hermosa guitarra,y en los libros y la escritura sublime, la manera para raspar el fondo del pozo de la memoria y sacar a relucir aquello oculto y podrido que tenía en el corazón y la memoria.
Lo dejé ir, lo liberé y sólo así pude reencontrarme con el amor nuevamente.

Apareciste sin anunciarte y se me llenó el mundo de enigmas, de misterios que estaba dispuesta a resolver, quería jugar, quería reir de nuevo, quería soñar, quería querer(me).
Llenaste nuevamente y como nadie mi mundo de colores y formas, de sabores y aromas, de texturas y sonidos que amo y que amas. Me ayudaste en mi metamorfosis, te ayudé en la tuya y comenzamos un nuevo camino desde cero los dos.