sábado, 7 de abril de 2018

CARTA PARA SANAR

Dudé mucho tiempo si hacer esto o no, pero es necesario sacar todo el bullicio de mis pensamientos y dejar un vacío que añora ser llenado nuevamente pero de una nueva historia.
Ciertamente que cuando algo termina es definitivo y el dolor es inevitable, el llanto, las sesiones de autodestrucción, los kilos extra o los kilos perdidos, la ansiedad, la inseguridad por lo que pasará después, en fin, una serie de ideas que rondan la mente durante el período del duelo.
Quiero seguir con mi existencia tal y como es, no quiero cambiar quien soy, mis pensamientos hacia ti siguen siendo los mismos. Ya no hay juicios, no hay rencores, no hay cuestionamientos, no hay NADA.
En cuanto a los sentimientos podría decirse que hay un congelamiento, una pequeña muerte de una parte de mí. Pero espero que pueda resucitar algún día para alguien más, ya que el tú y yo ya no existe.
Creí que esto era eterno, pero no te niego que hubo muchas veces a lo largo de estos años en que me cuestioné seriamente si esto era lo que realmente quería para mi vida. Te juro que me lo cuestioné infinitas veces sin llegar nunca a una respuesta clara. Siempre te justifiqué y me justifiqué. Siempre evadí la realidad.
Y creo que ese fue mi gran error en estos años, justificar lo injustificable, porque cuando el otro no quiere arriesgarse a ser parte de tu vida al 1000%,  realmente no hay nada de qué seguir hablando.
Nos fallamos, nos equivocamos en muchas decisiones, nos amamos, nos faltamos en los momentos más importantes quizás de nuestras vidas, nos echamos la culpa de nuestros errores, y finalmente, todo terminó en un abrir y cerrar de ojos.
Lamentablemente cada lugar, cada espacio, cada canción, cada sabor y aroma, cada amanecer me habla de ti, me recuerda a ti, y es que hablar de ti se hizo un suplicio durante el primer mes, hubo llantos, desesperación, arrebatos, una maraña de cosas que son indescriptibles.
Pero te agradezco por este final, no fue un final tan doloroso, quizás fue un hasta pronto, quién sabe, pero de todas formas no fue un final afilado y cortante, sí, dejó sus heridas profundas, pero tuvo esa cuota de tranquilidad, de calidez en ese último abrazo, que selló un ciclo que debía acabar.
Gracias por aprender junto a mí lo que significa el amor, aunque sea una versión pequeñita de este. Gracias por enseñarme a apreciar las bellezas de la vida desde otra perspectiva, gracias por enseñarme lo espontáneo, lo trivial, lo volátil del mundo. Gracias por ser esa conexión con las nubes que tanto necesité durante algún tiempo. Pero ya sabes que soy un tronco terco, que mi esencia es ser de la tierra, mi conexión está con los pies en el suelo, que mi cabeza es demasiado racional y mi naturaleza es resistente al cambio.
Sin duda que uno aprende con el paso del tiempo, aprecia otras cosas que antes no apreciaba, ve la vida con otros ojos. Fueron cinco años en los que hubo de todo, amor, soledad, tristeza, compañía, ausencia, silencio, complicidad, amistad, risas, llanto, rabias, enojos, explosiones de emociones que al final terminaron por destruirlo todo.
Fuiste mi primer amor de verdad, mi primer amor sincero, sencillo, y del cual saco lo mejor.
Deseo desde el fondo de mi alma que el dolor termine y que podamos ser felices, que encontremos eso que estamos buscando, que hagamos realidad nuestros sueños y anhelos, que todo lo que nos propongamos lo logremos, y créeme que aunque estemos a mil kilómetros de distancia querré siempre que tu camino esté lleno de luz y cosas buenas.
No nos debemos nada. Estamos en paz.