martes, 30 de septiembre de 2014

RENACER

El tiempo y sus miles de formas y misterios, me han enredado la cabeza para llegar hasta la conclusión de que estando lejos no solucionamos nada, que mano a mano, codo a codo y beso a beso podemos lograr más cosas juntos, que la vida se me hace más llevadera si estás tú a mi lado y que la enorme caja de sueños y proyectos que llevamos sobre nuestros hombros debe liberar su carga en un lugar para los dos, nuestro lugar, nuestro rincón, nuestro, nuestro, qué bella suena esa palabra, mis labios se mueven en cámara lenta cuando lo digo, y quizás me vea un poco tonta al decirlo, pero es más fácil que no decirlo y guardarlo.
Aquella buena racha que yo llamo, son bendiciones que vienen de otra dimensión, un Dharma tal vez, la  Divinidad misma de los hechos, una intriga dogmática que me encanta que se haga presente en este momento de mi vida.
Lo tengo todo y quiero tener más, ambiciosa de ti, de mí, de nosotros, de nuestros logros y nuestros anhelos. Sigo adelante. Sudando y sufriendo. ¿Una pausa? Creo que sí, pero hay que seguir construyendo el presente para labrar un buen porvenir junto a ti.
Abrazarte, besarte, hacernos el amor con tan solo mirarnos, desear que el tiempo se detenga en ese segundo mágico en el que nuestras respiraciones llegan a su fin y hay solo silencio al rededor y ya no hay más soledades, no hay más frío, no hay más porqués, ya no hay nada.
Tumbarnos en el césped verde de los anhelos, de los proyectos y mirar el presente como algo tedioso pero necesario, construir puentes, forjar cimentos, construir sobre roca firme el porvenir y tener por fin la seguridad de que es aquel ser que te mira fijamente y que hay una transparencia única entre ambos,  con quien quieres pasar el tiempo, las penas, las alegrías, los inviernos, las primaveras, los veranos, y acompañarse en esos otoños tan deprimentes para uno, tan esperados y fascinantes para el otro.
Acurrucados el uno junto al otro, se funden los pensamientos, los sentimientos, los temores y las penas, todo se entremezcla, todo se transforma para tener un solo pensamiento en común: ¿seguirás amándome por la mañana? Tal vez sí, tal vez no, tal vez no sea necesaria una pregunta como aquella, pero nuestra naturaleza nos obliga a hacerla y no obtener respuesta nunca porque al estar a punto de recibirla, el sueño llega y adormece la mente, el corazón y el pensamiento. Sólo sé que al despertar te veo junto a mi y escucho tu respiración detrás de mi, tus brazos entrelazando mi cintura y tus piernas rozando las mías, sintiendo una sintonía entre nuestros cuerpos, pensando que estamos tan cerca que quizás soñamos lo mismo y que eso responde a la pregunta formulada con premura antes del sueño etéreo, no es un sí, ni un no, ni un tal vez, tan solo estás aquí a mi lado dándome ese calor que me hacía falta y me reconforta.
Un día más, un paso más, mañana será otro, el ayer ya se fue, y el hoy se está construyendo, contigo, conmigo, con tus manos y las mías, entrelazadas y firmes y que estoy segura que no se soltarán.



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