viernes, 18 de septiembre de 2015

All I want is You

Nuevamente vuelvo a tomar el rumbo de nuestra historia, nuestros pasos se vuelven a juntar, nuestras líneas se vuelven paralelas y han llegado a un punto mágico de intersección y nuestras miradas vuelven a cruzarse en un punto sin retorno ni partida.
En cada centímetro de este cuerpo hay una huella imborrable de ti, en cada recuerdo de esta mente, un abrazo que nos dimos bajo la oscuridad de la noche en medio de ruidos de la ciudad o bajo nuestras sábanas esperando el amanecer.
Tenerte lejos pero a la vez tan cerca fue la peor tortura que alguien puede sufrir. Pero esta cabeza loca se confundió, se construyó un muro de papel, que de vez en cuando derribaba a golpes para mirarte del otro lado esperando por una sonrisa de estos labios que no sabían si besarte o gritarte te odio con todas sus fuerzas, aunque por dentro se estuviera quemando por probar nuevamente el sabor de tus besos.
Esto debía suceder, el fin era algo inevitable, casi necesario, esa pequeña muerte entre el espacio vacío que dejaron  tus recuerdos, los hechos de nuestra historia, los besos, los abrazos y el tiempo que pasamos juntos. El fin era justo y necesario, para crecer un poco más, para darle un vistazo a nuestras vidas sin nosotros, para creer que podíamos solos, para mirarnos por dentro y tachar las cosas que faltaron por hacer y escribir las que queríamos hacer solos. Nos quedamos junto a nuestras soledades y de vez en cuando cruzábamos nuevamente una mirada ausente para volver a preguntarnos el porqué de todo esto. 
En ese vaivén comencé a descubrir que este fuego no se apagaría tan fácilmente, que ni el mejor extintor del mundo podría apagar el incendio que tenía en el alma y el corazón. Tú, siempre tú, en todo lo que leía, en todo lo que escuchaba, en todo lo que olía, comía y sentía. Busqué la manera de borrarte pero no lo logré, y una noche después de muchos sueños y pensamientos donde estabas tú, decidí encontrarme con tu alma nuevamente.
Tomé tus manos, bailamos, reímos, hablamos trivialidades, reímos nuevamente, nos miramos a los ojos, nos quedamos en silencio, en medio del bullicio ya no había nadie más que tú y yo.
Al llegar la madrugada escondidos entre las sábanas en plena oscuridad y adivinando nuestros rostros, te pregunté sin miedos ni tabúes si querías volver a mirarme con esos ojos otra vez, si querías besar estos labios secos otra vez, si querías caminar de la mano conmigo otra vez, como nunca y como siempre. Tu silencio breve pero abrasador, me llenó de miedo, de frío, y luego con voz firme y decidida, dijiste que sí. Dijiste que sí. Mi mente y tu mente no podían creer lo que estaban procesando. Aterrizamos nuevamente aquí y ahora y nos fundimos en un abrazo eterno, porque nuestros cuerpos se extrañaban y nuestras almas también se abrazaron porque no podían soportar el dolor de estar separadas.
Nuestros labios se volvieron a juntar como nunca, como siempre, y mi mente repetía en voz baja: "todo lo que quiero eres tú".

1 comentario:

Alejo dijo...

tu historia me envuelve y me eleva, realmente tiene ese algo que se relaciona a mi y mis vivencias, me identifico tanto con cada letra que me dan ganas de abrazar la pantalla de mi laptop. tan solo puedo decir que me encanta y que se exactamente que se siente el tener que finalizar un algo que debía durar para siempre por una necesidad de progreso individualista.
Espero pronto tu siguiente entrada.. Atentamente un seguidor entusiasta..